peregrinación hacia el éxito

Nada más salir del metro Nuevos Ministerios, estás abrumado por lo que en China llamamos «Bai Gu Jing»: cuello blanco (Bai), meollo (Gu) y elite (Jing). Pero la palabra en su totalidad es el nombre de un espíritu en la novela «Peregrinación al Oeste», una de las cuatro obras clásicas grandiosas de la literatura china. 

El viaje hacia donde tendrá lugar nuestra entrevista con Huang Lan también es una peregrinación. Nunca he tenido una conversación a la altura del piso 13º desde que llegué a Madrid hace dos años, pero sé que nunca sufriré del vertigio : gracias a haber vivido tantos años en megaciudades como Beijing y Shanghái, sólo comtemplar un bosque de rascacielos me causará una nostalgia tremenda.

Huang Lan es originaria de Shanghái, una ciudad que goza de la misma fama como Barcelona: gentilicio internacional con capacidad de administrar con economía y llevar bien las cuentas. Su padre es profesor de Universidad Tongji, una de las más prestigiosas universidades tanto en la ciudad como en todo el país, y su madre, enfermera.

Se viste una blusa blanca, un traje negro, y un collar, todos de marcas lujosas. Hay una lunar encima su ceja derecha, que es un señal de felicidad en China. Tras licenciarse en Universidad de Finanzas y Economías de Shanghái, trabajó 7 años en Mizuho Corporate Bank Co. Ltd, el banco segundo más grande de Japón. En 2004 llegó a Salamanca y empezó a aprender el castellano, luego estudió un curso de MBA en Madrid, Shanghái y Santiago de Chile. A finales de 2006 se incorporó a BBVA. Actualmente está trabajando en el departamento de Desarrollo de negocio Asia, su trabajo consiste en la coordinación de las visitas de las delegaciones de China y asuntos de negocios desarrollos en Asia: Marketing, apertura de las sucursales, control de coste, etc. También lleva el seguimiento del programa de Talento Asia.

¿Cómo fue la vida en Shanghái?

Viví en Shanghái hasta los 30 años. Estuve trabajando 7 años en Mizuho, situado en Lujiazui, uno de los distritos financieros más importantes de toda China. Creo que la vida en Shanghái era más moderna que la que tengo en Madrid.

¿Entonces por qué decidiste venir a España?

Porque me aburrí. Casi todos mis compañeros universitarios fueron al extranjero, aunque yo tenía un puesto de trabajo mucho más prometedor. Pensaba que ya era tiempo de realizar mi remoto sueño de ir al extranjero y me puse a consultar los países anglófonos, EE. UU., Inglaterra o Canadá.

Pero una amiga mía, que ya vivía con su familia en Mallorca, me convenció de que viniese a España por la comida, el clima, el paisaje y, sobre todo, el hecho de gastarse mucho menos. Vendí el piso que me compré en una zona lujosa en Shanghái. Así que a los 30 años, la edad de establecerse según Confucio, empecé a complicarme la vida.

¿Qué tal los primeros meses en España? Algún choque cultural?

Llegué en 2004 a Salamanca, una “aldea” encantadora. Aprendí 8 meses el castellano mientras buscaba escuelas de Negocio. Me planteé ir a ESADE de Barcelona pero no pude por la causa financiera. Me quedé sin alternativa. Era una época muy mala.

En cuanto a los choques culturales, no los sentí, de verdad. En aquel entonces, no había muchos chinos en España y solía salir de noche con los laowais (extranjeros). Una vez nos encontramos con una china que vendía flores y me sentí un poco incómoda.

¿Cómo elegiste ese curso de MBA?

Era un curso de MBA internacional recién establecida en Madrid. Me prometieron ofrecer una mitad de beca y les dije que no tenía ni otra mitad para cubrir todo. Al final me otorgaron el 90% de la beca.

Siempre pienso en un cuento chino en el que cuenta un viejo chino, que perdía un caballo que luego traía a casa una yegua que luego saltaba de espalda al hijo del viejo que se quedaba cojo con lo cual evitaba personarse en una guerra que morían muchos. La moraleja: nunca sabes lo que ha ocurrido es una desgracia o una bendición. Igual que lo de ESADE en mi caso. Si hubiera estudiado allí, como se impartían clases en inglés, mi castellano no habría sido suficiente para incorporarme en BBVA.

El curso que hice se dividía en tres partes que realizaban en tres continentes: Madrid, Shanghái y Santiago de Chile, y se impatía en inglés y castellano. Lo que nos dio rabia ese curso era que pasásemos un invierno en un año entero: el curso comenzó en otoño en Madrid, pasamos el invierno en Shanghái donde hacía un frío espantoso, y tan pronto como llegaba la primavera, nos fuimos a Santiago de Chile para sufrir otra vez el invierno. Pero los alumnos españoles sufrieron mucho más que yo (Se rió).

¿Entraste en BBVA después del curso?

No exactamente. Enseñé chino en una escuela de lengua 4 meses al cabo de graduarme. Al principio, me quedé aturdida: ¿eso es lo que consigo después de tanto esfuerzo? Más tarde, un alumno mío que trabajaba en BBVA envió mi CV a su jefe. Me llamaron en poco tiempo y después de una larga y ardua entrevista, me escogieron. Otra vez el cuento chino, o sea, si no hubiera trabajado como profesora de chino, no habría ingresado en BBVA.

¿En qué consiste la diferencia entre las formas de trabajar en Europa y Asia?

Desde mi punto de vista, los asiáticos prestamos mucha atención en entablar una amistad confiable con los colaboradores. En Europa, no importa si te conocen mucho o poco. Eso es lo que me impresiona más.

¿Cómo definirías «exito»?

A mi parecer, el exito es como si fuera una alucinación. Cuando estaba en China, consideraba que los que fueron al extranjero eran exitosos. Cuando llegaba en Europa, consideraba que los que se afincaron aquí eran exitosos. Supongo que en cada etapa, tienes una meta para conseguir, y ahora lo que viene dado todo será exito para mí.

¿Qué haces para matar el tiempo libre?

Me atrae mucho la cultura occidental, suelo ir al museo, el concierto o el cine. Hago mucho deporte para mantener la energía, jugar el golf, montar el caballo, ir al gym. También me gusta ver las series americanas tumbada en mi sofa hora tras hora. Al margen de dichas recreaciones, estoy preparándome para el segundo nivel del examen CFA (Analista Financiero Certificado).

¿Te consideras una compradora compulsiva?

La vida de calidad, que es algo que necesito, no tiene por qué ser lujosa, pero los productos de lujo sí te garantizan una vida de calidad. Me compro productos de marca a veces, pero lograr una artesanía barata también me proporciona mucha alegría. Mis colegas en BBVA suelen pedirme que les compre cosas para ellos cada vez regreso a China.

¿Unas adjetivas para describirte a ti misma?

Flexible, dinámica.

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